Revista Don Julio - Volúmen 6

140 páginas /
20 cm x 25 cm /
Papel Ilustración /
11 Historias de fútbol para coleccionar
#1. La vida del último Messi normal
TEXTO: Ignacio Fusco
FOTOS: Matías Adhemar
Un hombre de 29 años que es supervisor en una fábrica tiene un hijo, el tercero de la familia. Él se llama Jorge. El nene, Lionel. Veinte años después montarán una empresa que facturará 75 millones de euros por temporada e irán a juicio por evasión al fisco, pero ahora la vida es otra: el papá sale de trabajar y llega tarde a los partidos, lo despiden de la fábrica, lo ayudan prestándole plata. Historias de alguien al que el destino le obligó a hacerse una pregunta. ¿Cómo se cría a un prodigio?
#2. La Cenicienta y los zapatos de Zlatan
TEXTO: Tomás Gorrini, en Uruguay
FOTOS: Idea Simone
Estamos en el vestuario de un club de Primera. Afuera, 15 mil personas nos esperan: somos visitantes y acabamos de viajar dos horas en micro con el campeón más insólito que dio Sudamérica en esta década. Plaza Colonia estuvo último en Segunda y pudo desaparecer, pero en 2016 fue campeón uruguayo en la cancha de Peñarol y ahora, con Don Julio, está por jugar en la de Nacional. Viaje hermoso con un equipo que fue noticia en el mundo y que ahora, en el silencio del olvido, aún juega con su alcanzapelotas de 73 años.
#3. El silencio de José
TEXTO: Mariano Mancuso
ILUSTRACIONES: Jorge Benjardino (Archivo AFP, Jure Makovec)
¿Se puede ser uno de los mejores técnicos de la historia de la Argentina, estar en un momento de pleno éxito y, sin embargo, que nadie hable de vos? La base de la Selección que jugará en Rusia 2018 se crio bajo sus enseñanzas (pese a que hace 11 años que se fue del país), mientras que él disputará el Mundial por segunda vez consecutiva con Colombia, donde tampoco se sabe mucho de él. ¿Quién es José Néstor Pekerman? ¿Cómo piensa, cómo es, el hombre que eligió vivir en el silencio?
#4. 26 de diciembre de 2009
TEXTO: Belén Fernández Llanos, desde Chile
FOTOS: Victoria irene
Cada vez que Diego Buonanotte repase su vida habrá una escena que borrará: la noche de hace ocho años, cuando él tenía 21, en la que el auto que manejaba en la ruta patinó por la lluvia, chocó contra un árbol y murieron los tres amigos que iban con él. Si cada vida tiene una búsqueda, ¿cómo es una que implica olvidar? Después de haber trabajado en cuatro países, el 10 pareció encontrar la paz en Chile. De eso le habla a DON JULIO, de paz y felicidad, sentado en un complejo deportivo en el que en cada maceta hay una flor.
#5. Macondo
TEXTO: Roberto Acosta Echavarría, desde Bolivia
ILUSTRACIONES: Valentino Tettamanti
En Sudamérica hay un país cuyo fútbol está destinado a la tragedia y la comedia, una liga en la que la desorganización es su esencia y su condena, su propia explicación. Bolivia es, a veces, el escenario de una posible ficción: un equipo que se venga de otro planeando una farsa, una ciudad tomada, un inmigrante que llega a un club con la certeza de vivir un sueño que nunca sucederá. Historias extraordinarias de una tierra en la que siempre –o casi siempre– ganan los molinos.
#6. En Londres siempre llueve
TEXTO: Edsy Gisbert, desde La Paz, Bolivia
FOTOS: Gonzalo Pardo
Samuel Galindo no había hecho nunca un viaje así. De Santa Cruz de la Sierra se fue a Londres, y ahora, enfrente suyo, está el técnico del Arsenal, Arsene Wenger, quien le informa que uno de los clubes más famosos del mundo lo va a contratar. Galindo tiene 17 años, juega de enganche y sabe lo extraño que es todo eso: sólo dos bolivianos debutaron en los últimos 20 años en la Premier League. Después está lo que no sabe, y es lo que va a descubrir: que una cosa es cuando un sueño se ve por la tele, y otra, terrorífica, cuando se está en él.
#7. Después del vuelo de Chapecoense
TEXTO: Lorena Amurrio Montes, desde Cochabamba, Bolivia
FOTOS: Mauri Rocabado
Era de noche cuando se estrelló el avión. 70 hombres y una mujer murieron al instante el 28 de noviembre de 2016 en uno de los vuelos más terribles del siglo: el que llevaba a los jugadores de Chapecoense de Brasil. Sólo siete personas se salvaron. Erwin Tumiri, el técnico de ese vuelo, estaciona su moto al lado de un árbol; abre la puerta; entra al bar. Con una cicatriz en el mentón nos cuenta que toca los vientos en un grupo que canta alabanzas. Y también nos cuenta su sueño: pilotear un avión. Volver a volar.
#8. Los niños, las putas y la fábrica de chocolate
TEXTO: Santiago Capriata
ILUSTRACIONES: Fernando Polito
Desde que Messi, Xavi e Iniesta conquistaron al mundo con su juego celestial, una sentencia se impuso: el fútbol tenía su Harvard, y era donde ellos se habían criado, en La Masía. Un jugador que vivió ahí le contó a Don Julio los secretos de una casa que desde afuera parece un cuento infantil pero, adentro, tiene el denso peso de la realidad. El encierro, los miedos, la fama. Se abren las puertas de una universidad cuyos primeros guardianes eran las personas que menos se podía imaginar.
#9. El Burrito Ortega tiene canas
TEXTO: Lina Vargas
FOTOS: Victoria irene
Ser un ex jugador implica una horrible e inmediata obligación: hay que inventarse una nueva vida. Sin embargo, mientras Francescoli y Gallardo han sido el manager y el entrenador del River que renació, Ariel Ortega jugaba en el Senior del club como cuando era profesional: todavía hoy viaja por la Argentina y al exterior, asiste a peñas, filiales, canchas amateurs. ¿Cómo vive un crack al que sólo le interesa lo que mejor sabe hacer? ¿Es posible simular que el tiempo no pasó? Perfil de uno de los máximos ídolos del fútbol argentino.
#11. Carlos Bianchi y la edad de Galileo
TEXTO: Gonzalo Suli
FOTOS: Jorge Benjardino
¿Qué sentirá un hombre que estuvo tres veces en la cima del mundo el día que ya no le sirve su poder? Sentado contra la ventana de un bar, el técnico que más Libertadores ganó en la historia del fútbol argentino recuerda su último ciclo en Boca y nos cuenta que cada vez que al científico le preguntaban cuántos años tenía, él no contestaba con su edad sino con los que, creía, le quedaban por vivir. Charla con un abuelo que nos muestra los videos de sus vacaciones en China y, de repente, nos dice: “No, yo no trabajo nunca más”.